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domingo, 23 de febrero de 2014

Publicidad y PYME

En uno de los momentos críticos de la relación de Cristóbal Colon con los indígenas que poblaban las tierras de Nueva Esperanza, este acudió a su conocimiento del movimiento de los astros y los ciclos con los que estos se daban para impresionar a aquellos que se rebelaban frente a los atropellos que cometían los conquistadores. La historia cuenta que Colon tenía conocimiento de la ocurrencia de un eclipse  de sol y con esta información, amenazo a los locales con apagar el sol si estos no se sometían a sus intereses. Como era de esperarse, los indígenas, no podrían creer que alguna persona pudiera dominar al astro rey. Un astro que para algunas culturas precolombinas, era mucho que más que solo la fuente de luz y energía. Representaba una deidad. Nadie la podía dominar.



Gran sorpresa se llevaron todos cuando ante las órdenes de Colon, la tierra se oscurecía y dejaba en la penumbra a todo habitante sobre la tierra. No era que los nativos no hubieran vivido un eclipse. Lo que estaba sucediendo es que nadie había podido “inducirlo” o peor aún, “crearlo”.
Como es de suponer, Colon logró condición de divinidad frente a los locales por tener la condición de ver más allá de lo aparente y tener el poder de predecir el futuro.

Cuántos eclipses se llevan a cabo cada día frente a nuestros ojos sin podamos entender de qué manera se están generando? Cuántos de ellos no los podemos ver aun y de todas maneras se están produciendo? Nuestra ceguera aparente no es un signo de que las cosas no estén ocurriendo. Es excitante y al mismo tiempo terrorífico, pensar que  miles o millones de eventos se estén dando ante nuestros ojos y no los podemos ver. Acaso solo podemos ver con los ojos? El terror me embarga. Nos llenamos de pánico pues a lo largo de la historia nos hemos condicionado acerca de una magnitud superior existente en el mundo exterior por encima de la magnitud de nuestro mundo interior.

Lo que parecía ser una batalla ampliamente ganada por la ciencia ante la revelación de estas nuevas verdades, empezó a crear un limbo frente al espacio que  el conocimiento dejaba de cara a el hecho de hacer rodar  muchas verdades que hasta le fecha se explicaban por la fe, pero que en algunos casos no se podían soportar de manera clara y evidente. De esta manera, la fuerza contundente de la ciencia en la explicación de algunos eventos, se queda corta en el soporte a muchos otros. Este espacio, este limbo, es acogido; en muchas ocasiones  por el esoterismo. Esta situación se da, debido a  que nuestro cerebro está decidido a ver y distinguir solo aquello a lo que está condicionado a ver.

Si en los últimos años, hemos defendido que solo existe aquello  que podemos evidenciar de alguna manera, también es cierto que cada día ampliamos las opciones a lo que llamamos evidencias y nos damos el espacio de dejar conscientemente las puertas abiertas a lo inexplicable racionalmente pero que estamos seguros, existe.
El concepto se explica de manera tal que los eventos, de cualquier índole, que se asocien en tiempo y / espacio a un hecho que genere una experiencia contundente; serán recordados  por asociación con la experiencia profunda que se ha vivido. El ejemplo más claro de este hecho es que el lector, sin duda recordara con lujo de  detalles donde y con quien estaba en el momento que se enteró de la caída de las Torres gemelas. El acto terrorista fue de tal impacto para  nosotros que, todos los hechos asociados en tiempo con la vivencia de la experiencia, son recordados con nosotros en un nivel de detalle increíble. El conocimiento de esta relación entre los hechos y la memoria no es nuevo. En la antigua Grecia, ya algunos maestros usaban la técnica de dar golpes en la cara a sus alumnos para asociar el conocimiento al golpe recibido. Creo que todos recordaríamos si un maestro nos hubiera golpeado. A bien de todo, los métodos de enseñanza han cambiado radicalmente.

Hemos dicho que nuestro cerebro tiene muchas formas de “ver” más allá de lo que nuestros ojos logran percibir. Las repetidas vistas que a lo largo de nuestra vida vamos haciendo de los hechos cotidianos evidenciados en nuestra familia y comunidad, construyen con el paso del tiempo los códigos culturales. Las marcas y empresas deben buscar la manera de estar presentes permanentemente en el mar de estímulos a los que se enfrenta el lector para así, hacer parte de su conciencia (o inconciencia) estando siempre presentes en el abanico de opciones de compra
Este concepto individual que se ata emocionalmente a todos los individuos que hacen parte de una comunidad, constituye la esencia de los hábitos y costumbres de los pueblos. Qué clase de hilos invisibles nos conectan a unos con otros y además tienen la habilidad para transmitirse generacionalmente? Las comunidades a las que nos referimos no son necesariamente grandes grupos sociales. Estamos hablando de nuestro grupo de clientes, de nuestro mercado meta. Es decir, no es necesario hacer campañas masivas. Solo hay que llegar a aquellos a los que debemos acercarnos

Si alguien o algo, en este caso, la publicidad, puede manipular nuestros deseos; podemos nosotros mismos anticipar el futuro y moldearlo de manera tal que este se parezca más a aquello que soñamos o deseamos? Como empresarios PYME, somos conocedores y más aún, consientes del poder  de la publicidad? Pensamos que esto es solo para los grandes? Lo cierto es que no hay manera de que logremos vender si no hacemos el esfuerzo de hacernos conocer. Las técnicas y herramientas para esto, son muy amplias y variadas y no todas requieren de grandes esfuerzos económicos.


En fin. Estamos desarrollando nuestras campañas de comunicación? O esperamos a que el público se entere de nosotros y una vez suceda, se haga una idea inerte de nuestra oferta de negocio?