En uno de los momentos críticos
de la relación de Cristóbal Colon con los indígenas que poblaban las tierras de
Nueva Esperanza, este acudió a su conocimiento del movimiento de los astros y
los ciclos con los que estos se daban para impresionar a aquellos que se
rebelaban frente a los atropellos que cometían los conquistadores. La historia
cuenta que Colon tenía conocimiento de la ocurrencia de un eclipse de sol y con esta información, amenazo a los
locales con apagar el sol si estos no se sometían a sus intereses. Como era de
esperarse, los indígenas, no podrían creer que alguna persona pudiera dominar
al astro rey. Un astro que para algunas culturas precolombinas, era mucho que más
que solo la fuente de luz y energía. Representaba una deidad. Nadie la podía
dominar.
Gran sorpresa se llevaron todos
cuando ante las órdenes de Colon, la tierra se oscurecía y dejaba en la
penumbra a todo habitante sobre la tierra. No era que los nativos no hubieran
vivido un eclipse. Lo que estaba sucediendo es que nadie había podido
“inducirlo” o peor aún, “crearlo”.
Como es de suponer, Colon logró
condición de divinidad frente a los locales por tener la condición de ver más
allá de lo aparente y tener el poder de predecir el futuro.
Cuántos eclipses se llevan a cabo
cada día frente a nuestros ojos sin podamos entender de qué manera se están
generando? Cuántos de ellos no los podemos ver aun y de todas maneras se están
produciendo? Nuestra ceguera aparente no es un signo de que las cosas no estén
ocurriendo. Es excitante y al mismo tiempo terrorífico, pensar que miles o millones de eventos se estén dando
ante nuestros ojos y no los podemos ver. Acaso solo podemos ver con los ojos? El
terror me embarga. Nos llenamos de pánico pues a lo largo de la historia nos
hemos condicionado acerca de una magnitud superior existente en el mundo
exterior por encima de la magnitud de nuestro mundo interior.
Lo que parecía ser una batalla
ampliamente ganada por la ciencia ante la revelación de estas nuevas verdades,
empezó a crear un limbo frente al espacio que
el conocimiento dejaba de cara a el hecho de hacer rodar muchas verdades que hasta le fecha se
explicaban por la fe, pero que en algunos casos no se podían soportar de manera
clara y evidente. De esta manera, la fuerza contundente de la ciencia en la explicación
de algunos eventos, se queda corta en el soporte a muchos otros. Este espacio,
este limbo, es acogido; en muchas ocasiones por el esoterismo. Esta situación se da,
debido a que nuestro cerebro está
decidido a ver y distinguir solo aquello a lo que está condicionado a ver.
Si en los últimos años, hemos
defendido que solo existe aquello que
podemos evidenciar de alguna manera, también es cierto que cada día ampliamos
las opciones a lo que llamamos evidencias y nos damos el espacio de dejar
conscientemente las puertas abiertas a lo inexplicable racionalmente pero que
estamos seguros, existe.
El concepto se explica de manera
tal que los eventos, de cualquier índole, que se asocien en tiempo y / espacio
a un hecho que genere una experiencia contundente; serán recordados por asociación con la experiencia profunda
que se ha vivido. El ejemplo más claro de este hecho es que el lector, sin duda
recordara con lujo de detalles donde y
con quien estaba en el momento que se enteró de la caída de las Torres gemelas.
El acto terrorista fue de tal impacto para
nosotros que, todos los hechos asociados en tiempo con la vivencia de la
experiencia, son recordados con nosotros en un nivel de detalle increíble. El
conocimiento de esta relación entre los hechos y la memoria no es nuevo. En la
antigua Grecia, ya algunos maestros usaban la técnica de dar golpes en la cara
a sus alumnos para asociar el conocimiento al golpe recibido. Creo que todos
recordaríamos si un maestro nos hubiera golpeado. A bien de todo, los métodos
de enseñanza han cambiado radicalmente.
Hemos dicho que nuestro cerebro
tiene muchas formas de “ver” más allá de lo que nuestros ojos logran percibir.
Las repetidas vistas que a lo largo de nuestra vida vamos haciendo de los
hechos cotidianos evidenciados en nuestra familia y comunidad, construyen con
el paso del tiempo los códigos culturales. Las marcas y empresas deben buscar
la manera de estar presentes permanentemente en el mar de estímulos a los que
se enfrenta el lector para así, hacer parte de su conciencia (o inconciencia)
estando siempre presentes en el abanico de opciones de compra
Este concepto individual que se
ata emocionalmente a todos los individuos que hacen parte de una comunidad,
constituye la esencia de los hábitos y costumbres de los pueblos. Qué clase de
hilos invisibles nos conectan a unos con otros y además tienen la habilidad
para transmitirse generacionalmente? Las comunidades a las que nos referimos no
son necesariamente grandes grupos sociales. Estamos hablando de nuestro grupo
de clientes, de nuestro mercado meta. Es decir, no es necesario hacer campañas
masivas. Solo hay que llegar a aquellos a los que debemos acercarnos
Si alguien o algo, en este caso,
la publicidad, puede manipular nuestros deseos; podemos nosotros mismos
anticipar el futuro y moldearlo de manera tal que este se parezca más a aquello
que soñamos o deseamos? Como empresarios PYME, somos conocedores y más aún, consientes
del poder de la publicidad? Pensamos que
esto es solo para los grandes? Lo cierto es que no hay manera de que logremos
vender si no hacemos el esfuerzo de hacernos conocer. Las técnicas y
herramientas para esto, son muy amplias y variadas y no todas requieren de
grandes esfuerzos económicos.
En fin. Estamos desarrollando nuestras
campañas de comunicación? O esperamos a que el público se entere de nosotros y
una vez suceda, se haga una idea inerte de nuestra oferta de negocio?