Es razonable que pensemos en vivir
el futuro como parte del presente? Es posible que esta expresión nos parezca extraña y que se
convierta en una contradicción filosófica que solo nos haga pensar que nos
hemos vuelto locos. Así mismo, es cierto que una gran cantidad de las PYME y
sus empresarios tienen la tendencia de vivir el presente como si el futuro no fuese
a llegar nunca.
Los procesos de planeación y
prospectiva nos dan la pauta que le permitiría
a la empresa llegar a escenarios
futuros esperados. La prospectiva es la rama del pensamiento que define las
herramientas de visualización y construcción de escenarios de futuro desde el
supuesto que este puede ser inducido y que no es necesario solo esperar a que
llegue con el alto nivel de incertidumbre y riesgo que esto trae consigo. Es
una herramienta de inmenso valor que muy pocas PYME han empezado a utilizar
pero que deseamos poner en conocimiento suyo como alternativa de planeación.
Desde la óptica del pequeño empresario,
por lo general el futuro se muestra como un enigma confuso y de difícil
deducción. Esta visión lo llena de temor, lo hace extremadamente cauto, tímido
ante la inversión y la apertura ante nuevos escenarios de negocios.
Las compañías tienen diferentes
alternativas para desarrollar sus esquemas de planeación de cara a la
construcción de futuro. Pueden desarrollar planeación por circunstancias y de
esta manera esperar que los diferentes hechos se vayan dando y sean
solucionados en la medida en al que se presenten. Aunque nos suene extraño, es
necesario que seamos conscientes que la gran mayoría de las compañías actúan de
esta manera. No debemos pensar que esta forma de actuar debe ser considerada
como equivocada, pero sin duda, no suma a la construcción intencional del
futuro. Una variante de este esquema de planificación consiste en esperar a que
se den hechos contingentes o que se presenten problemas u oportunidades que nos
encausen hacia nuevos escenarios llevados por el impacto de los hechos que se
dieran. Esta manera de actuar nos lleva
a que el futuro se parecerá mucho al presente pues literalmente, nace del mismo.
Esto no es un error si estamos contentos con el presente que vivimos; aunque por lo general, todos esperamos que los tiempos por venir sean
mejores que los actuales. No debemos extrañarnos al pensar que muchas compañías
realizan panificación por azar. Estos empresarios opinan que el futuro es
incierto y no podemos hacer nada para inducirlo. No debemos preocuparnos por el
futuro pues no ha llegado y tampoco debemos preocuparnos por el pasado pues ya
es un hecho cumplido. Al pensar así, solo nos queda vivir el presente y
dedicarle todo nuestro esfuerzo e interés. Las PYME que asumen este estilo de
pensamiento pueden ser exitosas por años pero eventualmente sucumben ante
variaciones en los escenarios de competitividad pues no logran ver más allá del
presente que viven y por el que luchan.
Para poder anticiparse a los hechos
por venir, es necesario que el empresario tenga en cuenta hay maneras de construir el futuro y no solo esperarlo.
Esperar el futuro sin hacer parte de la construcción del mismo es frustrante y
por demás, aterrador. Es necesario que
la compañía sea parte del futuro mismo desde la creación hasta la participación
en cada una de las etapas de consolidación de los nuevos escenarios. Esto se
logra colocando el negocio en el futuro esperado para sentir y vivir en el
presente, lo que sería un estado que aún no se ha dado pero que está por llegar
y que debemos asegurar si es lo que deseamos.
Posteriormente, es necesario
explorar las etapas que debieron haberse cubierto para y construido para
asegurar la llegada a ese escenario que acabamos de ver y sentir pero que aún
no ha llegado. Para ir a un sitio, hay que empezar por estar ahí, es necesario
conocer el futuro esperado y luego repasar estratégicamente los pasos y etapas
que se debería alcanzar para construir ese estado futuro deseado