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martes, 20 de mayo de 2014

El vendedor nace o se hace?

Seguramente esta pregunta sería capaz de generar una gran controversia alrededor de la que no sería factible  ponerse de acuerdo. No es fácil definir este concepto, especialmente cuando históricamente se ha pensado que las competencias   técnicas priman sobre las competencias gerenciales a la hora de medir la habilidad del vendedor. Si bien es cierto que en el pasado, los asesores comerciales se hacían con el pulso de la experiencia, hoy por hoy, esta teoría se encuentra totalmente revaluada en la media en al que los negocios se hacen cada más expeditos y determinados.  El comercio actual es cada vez  más ágil y concreto pero a la vez requiere de un grado mayor de conocimiento y aplicación estratégica para que se pueda sostener en el largo plazo. Aquel vendedor que soporta toda su posibilidad  de éxito en su habilidad de expresión o en su capacidad para convencer, queda hoy convertido en un simple repositor de opciones del pasado con el que el cliente, a lo sumo, solo desea conversar. El ejecutivo  comercial de hoy es mucho más que eso. Es, en esencia, un generador de negocios para su cliente.

No podemos ni queremos negar que los vendedores poseen algunas habilidades, de aquellas que se forjan en la infancia temprana, que les permiten ser capaces de generar relaciones de afinidad y de alto valor que los llevan a acercase a espacios de relación con sus clientes en los que deberán, ahora sí, desplegar sus acciones estratégicas. Los vendedores que piensan que nacieron para serlo, solo llegan hasta ese espacio de contacto; eventualmente son capaces de cerrar negocios pero nunca les será permitido ser considerados como aliados estratégicos, como generadores de opciones de futuro. El asesor de contacto básico, será percibido por su cliente como una opción de oportunidad. Aquel que logre realmente intimar sobre la base de la generación de puentes estratégicos de construcción de riqueza, hará parte de selección definitiva de su cliente en el tiempo. Entonces, podemos decir que si bien el vendedor posee algunas características especiales de personalidad, en esencia,  el vendedor se hace día a día con su preparación formal y con su habilidad de leer el entorno.

Los vendedores poseen cualidades propias de su personalidad, como lo mencionamos antes. Estas son la empatía y el interés  o afán por triunfar. La empatía le ayuda al asesor a entender a su cliente, a comprender su verdadero interés y buscar para él, la mejor alternativa posible sin entregar su propia  razón de ser, es decir, sin olvidar que su tarea esta de cara a su compañía.

Los vendedores éxitos aman el aplauso, adoran subir al pódium pero nunca  pierden la humildad. Entienden que la clave está en ganar, en ser los mejores, al tiempo que  reconocen que para poder llegar al primer lugar y mantenerse en él, se deben seguir las normas y procedimientos adecuados para eso. Los asesores que han construido su formación saben que son generadores de riqueza para todos los entes que hacen parte de esta mesa a los que fueron invitados junto con sus clientes, su empresa y el gobierno a través del cumplimiento de la ley.

Estos elementos de la personalidad, son la base, para el desarrollo de las competencias de diferenciación y que solo se logran con formación. El deseo de triunfar puede tomar rumbos equivocados si no va acompañado del reconocimiento de las responsabilidades que como miembros de una comunidad, tenemos. Esta disposición a servir a la comunidad con su trabajo y entusiasmo se construye con el tiempo, y con el entendimiento del papel determinante que se juega como parte de uno o varios equipos.


Si la PYME desea que sus vendedores hagan parte de esa nueva generación de asesores comerciales gestores de futuro, constructores de relaciones sólidas; es necesario que contribuya y exija la construcción de un nuevo y mejor equipo comercial sobre la base de la formación profesional enfocada a su tarea.

domingo, 18 de mayo de 2014

Los sueños de la PYME - Prospectiva

Pocos momentos generan tanta expectativa en la vida del ser humano como lo hace la apertura de un nuevo negocio. La inauguración de nuestro negocio personal solo puede ser equiparable con el nacimiento de un hijo. Con guardadas y razonables medidas de comparación, podemos decir que las emociones involucradas en los padres y en los propietarios de un negocio; son muy parecidas al momento de verlos nacer. En ambas circunstancias nos llenamos de emociones y de expectativas acerca del futuro que se nos viene encima. Crecerá sano? Seré capaz de llevarlo por buen camino para que de los frutos que todos esperamos? En fin, son muchas las inquietudes que tenemos o que se nos vienen a la mente durante ese nacimiento. Estas inquietudes lograran amainarse en la medida en la que seamos capaces de plasmar nuestros sueños en ese escenario etéreo y ambiguo al que llamamos realidad.

Los sueños corporativos no son etéreos, por el contrario, son concretos y concisos. Para definir estos sueños debemos pensar en ese escenario en que deseamos ubicarnos luego de un tiempo determinado. El lapso de tiempo adecuado para colocar los sueños en el espacio anhelado depende de la dinámica organización. Debe ser un espacio tan amplio que nos permita alcanzar a cumplirlos pero no tan lejano que lo perdamos de vista. Algunos autores estiman que los sueños corporativos se pueden proponer en un lapso de distancia en el tiempo de tres a cinco años
Los sueños deben estar conformados por una amalgama de regalos que nos queremos entregar luego de haber cumplido con nuestras tareas. El paquete de sueños, que no debe ser de más de cuatro o cinco de ellos, debe considerar los siguientes elementos:
Al menos uno de los sueños debe encaminarse hacia lo que queremos que nuestros colaboradores sientan por la organización. En este caso, los valores de orgullo y lealtad juegan especial preponderancia. Es decir, uno de nuestros sueños puede ser lograr que nuestros colaboradores se sientan orgullosos de trabajar con nosotros o alcanzar un nivel de lealtad en nuestros empleados que haga que nuestra compañía se convierta, de verdad, en una familia.

El segundo de los sueños deberá orientarse a nuestros clientes. Como queremos ser reconocidos por ellos. Como queremos que nos vean. Este sueño es de altísimo valor pues orientará nuestro lenguaje de cara a los clientes. Todas nuestras acciones comerciales y los planes de comunicación publicitaria deberán ser consistentes y coherentes con este sueño

El tercer sueño tiene que ver con nuestros deseos de lucro. Cómo queremos ver nuestros bolsillos al final del periodo? No debe darnos vergüenza hablar de esto. Al fin y al cabo para eso fundamos la compañía. Debemos dejar claramente expresado el nivel de sostenibilidad que esperamos. Esperamos hacernos ricos? Esperamos tener una compañía que permita que nuestras familias y las de nuestros empleados tengan un vida digna? Debemos ser claros en el nivel al que deseamos llevar a nuestra compañía en cuanto a ingresos sin perder la noción de la realidad y las reales posibilidades de la empresa y de nosotros mismos.
El cuarto de los sueños deberá enfocarse a definir la posición de mercado que deseamos alcanzar. Debemos dejar claro si queremos ser líderes de una categoría o si deseamos y podemos ocupar otra posición. Debemos expresar nuestro deseo o interés de reconocimiento corporativo frente a nuestros competidores


Una vez se han plasmado los sueños en un documento formal, es importante que todos en la organización  los conozcan y se identifique con ellos. No los guardemos  en un cajón o por el contrario, no llevemos a cabo la típica acción de enmarcarlos y colocarlos sobre el escritorio de la gerencia pesando que de esta manera serán incorporados por todos. Debemos entenderlos y más que eso, vivirlos.


La única manera de predecir el futuro es construyéndolo y siendo parte de él