Hace 4 años la
situación económica que atravesaba Colombia era totalmente distinta a la
actual. A nivel internacional el país generaba
confianza que se evidenciaba con los crecientes flujos de recursos por
inversión extranjera directa y la buena dinámica que mostraba la inversión
productiva. Con la oficialización y
puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estado Unidos se
generó impacto positivo en el crecimiento económico de país, aumentaron las
exportaciones y la generación de empleo calificado, haciendo de Colombia un
país más competitivo, abierto al mundo, con un sector productivo maduro capaz
de satisfacer la demanda y que mostraba excelente condiciones para conquistar
mercados extranjeros.
Entonces, ¿Qué ha
pasado?
Actualmente, la economía colombiana esta pasado
por su periodo de vacas flacas. El principal problema que enfrenta ésta economía
es que se sostiene por la exportación de Petróleo pues los mayores ingresos al
país se dan por la venta de este recurso y sus derivados, explica la revista
dinero:
En el año 2016 las
ventas al exterior de combustibles y productos de las industrias extractivas
registraron una caída de 46,9% en el mes de enero, este comportamiento se
explicó principalmente por las menores ventas de petróleo, productos derivados
del petróleo y productos conexos (-48,3%).[1]
Al caer el precio del
petróleo por barril y caer el mayor ingresos por exportaciones el flujo de
dinero inmediatamente se ve afectado y por esta situación el precio del dólar
aumenta, pasamos de tener un dólar en $1.800 a $3.000 en menos de un año lo
cual le pega directamente al bolsillo de todos los colombianos y a su calidad
de vida. Colombia y todos sus empresarios utilizan el dólar estadounidense para
realizar negocios internacionales ya que es la moneda más utilizada en el
mundo.
El incremento del dólar
afecta inmediatamente el precio de los alimentos básicos ya que varios de estos
son importados por ejemplo, el kilo de arroz blanco importado pasó de $2.037 a
finales de julio del año pasado, a $2.933 en promedio este año. Esto significó
un alza de 43,98%. En el caso de la lenteja importada aumento un 70% aprox., el
fríjol cabeza negra un 12,2% aprox., el garbanzo 17,1% aprox. la uva aumentó un
30,4% aprox., el durazno un 4,5% y las manzanas rojas y verdes subieron 9,09% y
13,8%, respectivamente.
Basados en estas
cifras, algunos dirán, ¡tenemos una oportunidad de negocio, fortalezcamos el
sector agropecuario! de hecho, esa es la apuesta que está haciendo el gobierno
sin embargo, no tenemos a nuestro favor
los cambios climáticos. Al alza del dólar sumémosle el fenómeno de “El
Niño”, que ha tenido un efecto negativo más fuerte en el Caribe por el clima y
una temporada seca que ha reducido la producción de alimentos. Esta escasez,
impulsada por el miedo a que se pierdan las cosechas, ha subido también el
precio de otros alimentos.
Entonces, ¿Qué podemos
hacer para romper con este círculo vicioso? Porque está claro que la situación
de la venta del petróleo no cambiara en el corto plazo. Estados Unidos que es
nuestro principal comprador cada vez más produce su propio petróleo por tal
razón cada vez compra menos. Además, poco a poco se quedan sin espacios
adecuados donde almacenar el petróleo importado ya que todos los que poseen los
tiene copados.
Para dar respuesta a
nuestro interrogante, he analizado lo sucedido con otros países del mundo, donde
se puede destacar el manejo político-económico que llevan a cabo. Por ejemplo,
China ha demostrado un crecimiento arrollador en las ultimas 30 décadas ya que
basan su economía en un modelo de
crecimiento “abierto” a las relaciones exteriores. El modelo de crecimiento de
la economía china se ha orientado, hacia el exterior, hacia la integración en
la economía internacional basado en las exportaciones e inversiones y toda esta
situación es favorecida gracias a el modelo de economía descentralizado que
implementaron.
Colombia maneja un
modelo económico centralizado es decir,
el estado es quien toma las decisiones económicas que permiten producir
bienes y servicios a fin de que la sociedad pueda sobrevivir sin embargo,
actualmente algunos gobernadores están solicitando que se les de autonomía
económica y política para tomar decisiones que favorezcan mucho más a sus
regiones.
La región caribe por
ejemplo, hace unos años solicito al estado permitirles convertirse en una
región autónoma. Propuso una reforma al modelo de Estado que le permitiera a
las regiones autogobernarse, constituir regiones como entidades de derecho
público autónomas y contar con sus propios recursos, es decir, con libertad
política para dictar sus propias normas territoriales, elegir sus autoridades y
desarrollarse económica, social y culturalmente a tono con sus propios
intereses.
Los mandatarios de esta
región consideran que solo la autonomía regional de naturaleza constitucional
facilitará el crecimiento económico de nuestras empresas y las insertará a la
economía mundial con convenios directos desde las regiones, optimizará la
distribución de riquezas en toda la sociedad, fortalecerá al empresariado
regional y reconocerá de manera permanente nuestros derechos a los recursos
naturales, que son de las regiones pero cuya centralización conduce a manejos
menos atinados y menos ágiles. La fuerza
de las regiones será un factor determinante para el desarrollo.
En conclusión, Colombia
debe revisar otras alternativas y recoger las enseñanzas de naciones
desarrolladas como Estados Unidos, Alemania, Canadá y España, que son
sociedades y estados más prósperos y más pacíficos porque encontraron en el
modelo de regiones autónomas la fuerza institucional que ha apalancado su
crecimiento.
A nivel empresarial los
mayores avances se han logrado en la descentralización administrativa. Sin
embargo, persisten dificultades en la sobreposición de competencias entre los
distintos niveles. Así mismo, esto conlleva en sí un cambio no exento de
conflicto toda vez que pueda existir una elite nacional que se resista a
cualquier cambio que pueda amenazar su posición en el aparato decisorio.
Referencias:
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