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martes, 6 de diciembre de 2016

De cuando conocí el marketing y el storytelling y otras experiencias de vida - Autora: Mónica Linares, médica de profesión, escritora de vocación. Docente universitaria, administradora de salud, innovadora, imparable.


Decidí estudiar medicina cuando tenía diecinueve años. Así nada más, guardé en el armario mi sueño de toda la vida de ser escritora y me dejé seducir por la irreal idea de convertirme en un ángel de bata blanca que salva vidas con tan sólo el tacto mágico de sus manos.
Confieso que, ingenuamente, también creí que la medicina sería la excusa para conocer de cerca y contar las historias de cientos de personas: mis pacientes.

Para la niña que era en ese entonces, entrar en el mundo médico fue fácil. Por más de 10 años sólo tuve que seguir las órdenes del líder con más experiencia. Y entonces mi vida se convirtío en la rutina de seguir órdenes y guías de prácticas clínicas, diagramas de flujo … recetas de cocina. Salvé muy pocas vidas (aunque fueron suficientes); la mayoría de veces sólo fui otro testigo mudo frente a la muerte inminente.

Pero la vida pasaba y el interminable camino de convertirse en médica sólo parecía alargarse con los días y cada día parecía hacerme entender que en ninguna parte del camino me iban a dejar pensar por mí misma, crear, escribir.
Resignada entendí que la medicina tiende a despersonalizar al médico y que la urgencia de la inmediatez de atender al paciente despoja al médico de todo para dejarlo solo con la responsabilidad de curar más pacientes.



Así nada más, tomé un camino alterno. La rutina médica ya no era suficiente para esta milenial con ansias de ponerse de ruana al mundo entero.

Emprendí un camino muy distinto que debí aprender a recorrer desde el principio; y en ese camino, un día conocí el marketing. Los miércoles en la noche, un maestro de la vida (que también se estrelló con el marketing sin buscarlo) me dibujaba en el aire y en el tablero la puerta de entrada a mi futuro.

  
Así nada más, el marketing llegó a mi vida para    marcar un punto final seguido de una mayúscula: un nuevo comienzo.

Todo empezó con el storytelling.

¿Cómo podría empezar a explicarles lo que sentí cuando encontré esta manera innovadora de contar historias de manera masiva, corta, llamativa y sexy? ¿este placer para los sentidos para esta mujer vintage, romántica y transgresora?

Porque, como lo dice David Gómez en su artículo “Qué es el storytelling y cómo usarlo en marketing” publicado en bienpensado.com, “storytelling  es contar historias y (…) aplicado al marketing, storytelling  es contar una historia relacionada con usted, su compañía, su producto o servicio, que genere una conexión emocional con sus clientes”.

D. Gomez además sostiene que las ventajas del storytelling van desde  generan confianza en el cliente, ser  fácil de recordar y de contar y brindar contexto a los datos hasta crear una mayor conexión con el cliente al apelar a su lado emocional y hacerlo amar las historias.

Una idea brillante, si me preguntan a mí.

Sin embargo, el storytelling como estrategia de marketing,  es mucho más que contar historias para vender un producto o servicio.
Para mí, es el punto de encuentro entre el capitalismo puro y duro y el arte más primal, entre la razón y la emoción.
Es un concepto ultramoderno, volver al origen para encontrarnos en este presente ultramoderno.

El storytelling es reconectarnos con nuestras emociones y nuestro lado femenino, hacer la paz con ellos y reconocer que en este mundo de desesperanza y guerra, en esta época en la que la democracia está perdiendo  terreno, una historia bien contada logra unirnos, logra movernos, logra hacernos sentir identificados con otros.

El storytelling es, además de todo esto, la manera perfecta para contar las historias que la medicina nunca me permitió contar.

Por otro lado, no dejemos a un lado el mayor potencial que tiene el storytelling: el enorme poder que tiene para influenciar a la gente.

Reconciada con la vida, entonces, decido recoger mis pasos caminados en estos diez años que han pasado. Nada está perdido. La medicina fue mi esposa por 10 años y, por esos 10 años, le fui completamente fiel. No más. Es hora de amar de verdad, la vida es muy corta para no hacerlo.
Me llevo conmigo, eso sí, lo que me sedujo de la medicina hace tantos años ya: el afán de hacer de mi vida una al servicio de los demás. La necesidad de influir sobre las personas. Ayudar.

Hace pocos días, escuché hablar al Dr. Andrés Aguirre, Director General del Hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín –Colombia. Este elocuente personaje nos contaba sobre la experiencia que tienen en su enorme hospital al integrar las tecnologías de la información en beneficio de la relación médico paciente.

El Dr. Aguirre habló por mucho tiempo acerca de la importancia de nunca dejar a un lado la parte humana de la relación clínica, subrayando que es exactamente este humanismo el motor que hace funcionar su hospital.
Dijo: “pregúntenle a cualquier funcionario del hospital qué no es el hospital y verán que cualquiera dirá que el hospital no es un edificio”.

Contaba también el carismático Dr. Aguirre, casi ingenuamente, casi intuitivamente, que su estrategia para el mejoramiento de la satisfacción del paciente es perdirles a todos y cada uno de ellos que cuenten sus historias personales que han tenido en el hospital.

Él no lo sabía, pero dentro de su burbuja hospitalaria, estaba siguiendo la estrategia de marketing de storytelling.

 Javier Diaz, en su artículo “10 Claves para hacer Storytelling Efectivo y cautivar a tus Clientes” publicado en negociosyemprendimiento.org, nos habla acerca de 11 secretos (el último es un bono) a voces (fundamentos, pienso yo) infaltables a la hora de hacer storytelling:

        I.            Definir un público objetivo.

      II.            Generar emociones.

    III.            Mantener la sencillez, ya que la sencillez es igual a sofisticación.

   IV.            Crear personajes que generen empatía y se conecten con la audiencia.

     V.            Añadir un poco de humor.

   VI.            Crear escenarios en los que tu público objetivo se sienta identificado.

 VII.            Nunca olvidar los detalles.

VIII.             Llevar las emociones de la audiencia al límite.

   IX.            No contar la historia completa, dejar algo para la imaginación.

    Invitar a la acción.

   Interacción y transmedia, desde la cual se abre el camino a la interacción del usuario con la marca a través de varios lugares distintos, por ejemplo, la televisión, las redes sociales, los códigos QR, entre otras.

Supongo que lo que quiero decir es que, en el amor como en el storytelling: el juego de la seducción inicia conociendo al objeto del deseo, enamorarlo, llevarlo a la locura. Invitarlo a lugares románticos, hacerlo reir, cuidar los detalles, interactuar con él por todos los medios posibles y, finalmente, invitarlo a la acción.

Por eso me encanta el storytelling, por que siempre me invita a sumergirme en otra historia y, al hacerlo, vivo a través de los ojos de otro.

















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