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domingo, 27 de septiembre de 2015

El marketing de experiencias es una facultad de todas las marcas

Los clientes y consumidores nos muestran cada día como transforman sus emociones  viscerales en sensaciones cargadas de grandes niveles de energía llenas de  racionalidad y conocimiento  que al tiempo, compiten entre sí en la mente de los individuos  al momento  de  comprar.  Pareciera que la razón y el interés de hacer valer el poder de  compra empieza ganar la batalla contra la emocionalidad, sin embargo, un vector igualmente poderoso se ha abierto paso desde hace varios años en medio de todas las fuerzas que influyen en la decisión  y que se consolida como una herramienta determinante al momento acceder  a las marcas. Como parte de los racionales asociados a la satisfacción de cliente, las experiencias son ahora el gran impulsor de la aceptación y reconocimiento de un producto por parte del comprador. Las experiencias son  volcanes llenos de emociones, son realmente grandes descargas que se confunden entre lo racional y  lo emocional. De ahí su gran valor, pues definen la lucha que la mente está librando cada día contra lo etéreo de la emoción. La experiencia es en sí, la vivencia concreta de la emoción y esta se asienta en la mente racional. La experiencia no genera dudas, es concreta y a la vez irrepetible. Es la fuente del posicionamiento.


El marketing tradicional centra sus acciones en los componentes asociados al producto (las 4 P´s) buscando siempre poner la marca en primer plano a fin de lograr que el cliente la escoja  in virtud a todo lo que ella le ofrece como la mejor alternativa posible en términos de beneficios, precio accesibilidad y comunicación. El nuevo marketing de experiencias se centra en el cliente y sus momentos de compra y  consumo, incluso, desde antes de la adquisición misma del bien o servicio. Entonces podemos definir un nuevo concepto asociado a la experiencia; la gestión de valor de la oferta, que permitirá que marcas pequeñas y discretas sean escogidas en  función de la manera como generan su acercamiento en intercambio con sus consumidores y que se soportan en las vivencias gratificantes de consumo  y comunicación que se asocian con la marca.

Quizá uno de los más relevantes casos de éxito de esta figura   se evidencia por la prevalencia de la tradicional tienda de barrio frente al embate de las grandes superficies como mecanismo de aprovisionamiento de víveres en los hogares de Colombia.  Son varias las razones que han hecho que la tienda de barrio prevalezca y que seguramente se mantenga a futuro, pero sin duda una de ellas tiene que ver con la simple pero gratificante experiencia que el consumidor genera en ella. Es rápido y ágil, está cerca al hogar, pero sobre todo; el tendero logra generar un gran vínculo cliente – proveedor con cada uno de los miembros de la comunidad alcanzando vínculos ningún sofisticado programa de CRM podría lograr.

Según Max  Lenderman en su obra “La revolución de las marcas”,  toda actividad de marketing de experiencias debe  cumplir con las siguientes características:

1.       La campaña debe suponer un beneficio significativo para el consumidor. No se trata únicamente de la experiencia sea divertida, se trata realmente de  alcanzar real agregación de valor

2.       La actividad supone un dialogo  personal e íntimo entre el proveedor – marca y el cliente en el que el consumidor se deja seducir por el lenguaje personalizado que emite el producto y que determina la absoluta transmisión de los beneficios pretendidos.

3.       Se han de generar implicaciones memorables para los clientes en las que los beneficios de la interacción sean determinantes. Esto se asocia íntimamente con la agregación de valor mencionada previamente y que será capaz de ofrecer experiencias que serán recordadas en el tiempo

4.       La experiencia con la marca corresponde a una vivencia individual en la que el proveedor debe ser consiente que cada individuo recibirá de manera diferente la interacción con el producto. Es decir, la fórmula de éxito para el contacto con un cliente, no necesariamente producirá los mismos efectos en otros


Los productos solos no logran los vínculos con los clientes. Es necesario acompañarlos y generar puentes de contacto  racional – emocional que aseguren la relevancia de la relación


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