Sin importar cual fuera el origen
de los mismos o las razones de interés, se puede afirmar, sin temor a
equivocarse; que existen muy pocos productos de los que se puede decir que
todos los seres humanos quisieran tener algo para sí. La tenencia de este
producto sería un sueño hecho realidad para cualquier empresario y por el que
cualquier gerente de marketing haría todo lo necesario para hacerlo llegar a todos
sus clientes. Este producto es muy conocido por todos aunque no necesariamente
todos tienen acceso a él. Estamos hablando de “la felicidad”. Bien o servicio cercano
y conocido pero al mismo tiempo esquivo y escurridizo del que toda marca ofrece
una parte como su aporte al bienestar de sus compradores. La gran mayoría de
los ejecutivos del siglo XXI evidencian estadios de vida en los que esta
felicidad se hace lejana. Muchos han aprendido a manejar sus compañías pero no a
hacer lo mismo con su felicidad ni la de sus clientes y empleados.
En la mayoría de los
casos, esta situación se presenta debido al hecho de que los gerentes han sido
educados de manera tal que definen su felicidad como la acumulación de trofeos
asociados al logro racional. Es decir, los gerentes generalmente (desde niños)
han trazado una serie de objetivos de vida detrás de los que van permanentemente
en busca para poder acumular los trofeos que definen los parámetros del éxito.
La vida de este ejecutivo es una lista de chequeo que define el avance hacia
una carrera trazada de manera coherente y consistente con sus anhelos. Terminar
el bachillerato, entrar a la universidad y graduarse, tener estudios superiores,
conseguir trabajo o fundar empresa, casarse, tener hijos, hacer que estos
terminen su educación, etc.; son hechos que hacen parte de esa lista de chequeo
por la que se lucha permanentemente y detrás de la que se espera acumular los
mencionados trofeos. Esta lista de chequeo, se denomina “la ruta predefinida”. Todos tienen una. No hay un solo gerente
quien de manera consiente, no haya dedicado su vida a cosechar los triunfos de
su lista predefinida. Esto no sería un problema a menos que se analice el hecho
de que se ha creado el paradigma de que la felicidad se mide en función del
número de trofeos cosechados a lo largo de la vida y que la consecución de los
mismos, genera inmensas frustraciones con las que se carga por toda la vida. La
acumulación de fracasos se traduce en desesperanza y pérdida del estado máximo de
la felicidad.
En la medida en que se avanza en
la vida validando los puntos alcanzados, profesional siente que es más feliz y crea
así la falsa ilusión de que si se logran muchos triunfos, se alcanzará esa
felicidad. En este punto inician los problemas para ese gerente, pues la curva
de correlación entre estas variables no tiene una pendiente constante como se
supondría de acuerdo con lo dicho. En la medida en la que se va avanzando en la
“lista predefinida” se hace más difícil conseguir el siguiente trofeo. Cada
paso exige más trabajo, más compromiso y por ende genera mucho más estrés. Esta primera grafica muestra la curva de
relación entre los logros y la felicidad y en ella se evidencia con la línea
punteada que esta, tiene un punto de inflexión generado por el estrés que le
genera presión desde arriba hacia abajo, destruyendo así parte de la felicidad
alcanzada hasta ese momento. Esto explica la razón por la que en algunas
ocasiones, a pesar de haber logrado muchos puntos, no se es feliz
Se encuentran también casos
enfermizos de destrucción de felicidad a los que este artículo no hará
referencia en profundidad. Son casos en los que la persona no logra disfrutar
del producto (la felicidad) a pesar de avanzar en su lista predefinida, hasta
el punto que la ausencia del disfrute, le impide seguir avanzando en su lista
de chequeo, destruyendo todo lo construido hasta ese momento
La felicidad es un producto que se
construye desde una dimensión de metas diferentes a las de la lista mencionada.
Es necesario identificar una serie acciones que representen un reto, que den satisfacción
pero que especialmente, no traigan consigo el estrés de la búsqueda de
alcanzarlas. Las acciones que entran en esta lista soft, suelen ser actividades deportivas, filantrópicas o
culturales que representen un esfuerzo medible y cuantificable pero que ante el
desistimiento o la no consecución de la meta propuesta, no traen consigo consecuencias
para la vida de las personas. De esta manera se crea un universo paralelo de
metas y sueños con bajo nivel de estrés pero con altísimo componente de satisfacción.
Es importante que esta nueva lista sea asumida con la misma determinación que
la lista predefinida pues de esta manera, el ejecutivo, que ha sido educado en función
del logro, sentirá la adrenalina propia de los campeones. Esta sensación aumenta
los niveles de felicidad y se sumará a todo lo positivo que se logre acumular por
el logro de las metas de la lista predefinida. A diferencia de la curva de acumulación
de felicidad mencionada al inicio, esta es apalancada hacia arriba por el ánimo
y la energía acumulada con cada triunfo, generando nivel acumulables de energía
positiva que vencen los pocos nieves de estrés que se generen alrededor de cada
acción. Existen otro tipo de acciones que establecen sinergias con las fuerzas generadoras
de la pendiente de la curva de construcción de felicidad en este cuadrante y que se
constituyen en motor y fuente de movimiento constante para al alimentar el espíritu
del gerente. La gratitud, los buenos
deseos que los demás ofrezcan que no son sino el reflejo de los que el mismo gerente
ha otorgado y sobre todo, el optimismo racional (no obtuso) que el ejecutivo
tenga frente a las tareas del diario transcurrir. Estas, no solo son sinérgicas
en el cuadrante de las metas soft, sino te tienen la capacidad de contrarrestar
el estrés del cuadrante adyacente.
Quizá el elemento más importante de
toda este escenario se presenta alrededor de la gestión que el ejecutivo haga
en relación con las personas que hacen parte de sus escenario de trabajo en el
que convive permanentemente y con las que gestiona la gran mayoría de las
acciones que hacen parte de sus lista predefinida y que son determinantes del éxito
en cualquiera de sus listas. El ejecutivo debe ser capaz de ganarse esa energía
que emana desde sus compañeros de trabajo. Para eso:
1. Debe
reconocer lo bueno que estas personas tienen
2. Debe
buscar siempre los elementos positivos de cualquier escenario sin desconocer la
realidad del mismo.
3. Debe
ser agradecido con todas las personas con las que interactúa. Este agradecimiento
debe ser expresado con palabras claras y concretas con las que la otra persona
se llenará también de esa energía alimentadora.
4. Debe
tener buenos deseos para los demás.
5. Debe
permitirse actuar como un ser humano. Llorar, amar, estar triste, alegre, etc.
6. Debe
evitar las personas y ambientes tóxicos que no aportan a las curvas de
felicidad.
7
. Debe
evitar la información toxica. No es necesario profundizar de manera morbosa en
el detalle de la información.
8. Debe
evitar pensamientos tóxicos.
9. Debe
preocuparse por su apariencia física. Debe proyectar una imagen de triunfo.
1. Debe
preocuparse por su salud y estado físico
1. Debe
compartir el éxito con los demás. Reconocer que es solo parte de un equipo y
que sus acciones tiene consecuencias en los demás (efecto mariposa)
La felicidad es
un producto que las compañías entregan a sus clientes a través de los servicios
ofrecidos y que solo llega a sus consumidores en la medida en la que sus
directivos tengan la capacidad para generarla y transmitirla a toda la
organización
@RubenBaena
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